Cuando nos adentramos en las alternativas sostenibles, observamos que la arquitectura ha avanzado a pasos agigantados en el aprovechamiento de los recursos y el respeto hacia el medio. Tal vez su progreso no disfruta de un merecido reconocimiento, pero los hechos son los que son.
En el marco de la arquitectura bioclimática, los términos “casa pasiva” y “casas Passivhaus” son determinantes, pues no solo prometen una reducción considerable de la factura del hogar, sino una mayor conciencia ambiental.
¿Qué es una casa pasiva?
Una vivienda pasiva es aquella que, debido a su diseño, ofrece unas condiciones de confort interior óptimas y reduce el gasto de energía activa. Es decir, gran parte de la energía que consume un hogar está destinada a crear un nivel de comodidad mayor —ya se trate de humedad, temperatura u otros servicios—; a través de la arquitectura bioclimática y sus estrategias de diseño, una casa pasiva no solo logra una mayor eficiencia energética, sino que favorece el estilo de vida y la salud del usuario y tiene un impacto positivo en el bienestar del planeta.
La perspectiva arquitectónica y climática es fundamental en este tipo de proyectos, pues se estima que en torno al 80 y 90% del funcionamiento de una vivienda pasiva corresponde a la estrategia de diseño bioclimático y que menos del 20% del aporte de energía corresponde a los servicios requeridos en situaciones aisladas —como días de frío extremo—.
Características de una vivienda pasiva
Existen cinco principios básicos del diseño bioclimático que pueden determinar las condiciones de una casa pasiva, esté o no certificada. No obstante, también podemos encontrar innumerables estrategias para reducir al mínimo la necesidad de permanecer conectados a la red y mejorar las condiciones de habitabilidad.
Aislamiento
Lo cierto es que una buena parte del consumo energético de un hogar se debe a la calefacción. Por esta razón, el aislamiento es un concepto clave en una vivienda pasiva, pues a través del mismo lograremos un entorno más confortable.
Desde el punto de vista de la arquitectura bioclimática, el objetivo será generar calor y mantenerlo en el interior de la vivienda. Determinar el lugar donde colocar el aislamiento, la cantidad y las soluciones constructivas para poner remedio a los puentes térmicos, son algunos de los aspectos necesarios durante este proceso.
Y es que debemos tener un detalle claro: una vivienda pasiva se basa en la idea de que el recurso adecuado es el idóneo, esto es, no siempre más es mejor. En su lugar, el diseño de una construcción bioclimática se adecúa al clima del lugar donde se sitúa la infraestructura. Además, esta propuesta puede verse reforzada por una elección de materiales sostenibles a fin de favorecer la salud de los habitantes de la casa.
Control de los puentes térmicos
Un puente térmico es aquella vía de escape de calor producida por una discontinuidad en el aislamiento de la construcción. A menudo, estos puntos se encuentran en zonas donde confluyen elementos arquitectónicos de diferente naturaleza —como las ventanas y los balcones—, dicho de otro modo, convergen un punto frío en una superficie cálida, de modo que aumenta la probabilidad de condensación.
Según el país donde se lleve a cabo la construcción de la casa pasiva, el diseño sufrirá determinados cambios. No obstante, el objetivo principal será almacenar la temperatura en el interior de la vivienda durante los meses más fríos a fin de minimizar el consumo energético.
Ventilación mecánica con recuperación de calor
La ventilación natural es otro de los principios básicos de una casa pasiva. Para garantizar este componente, la ventilación mecánica con recuperación de calor se ofrece como la alternativa más eficiente debido a su capacidad para recuperar la mayor parte de la energía que sale al exterior a través de la ventilación.
De cualquier modo, otra estrategia que asegura la renovación de aire en una vivienda pasiva y hermética es incluir en la construcción un invernadero o patio cubierto.
Estanquidad
Controlar la temperatura interior de la vivienda, evitando filtraciones de aire, es compatible con la necesidad de renovación de aire interior. A través de la hermeticidad del aire, la casa pasiva trata de minimizar el intercambio de energía del interior y del exterior. En su lugar, cede el control de la ventilación al usuario.
Materiales de altas prestaciones
Por una parte, la estanqueidad se asegura a través de carpinterías con sistema de rotura de puente térmico y por medio de la elección de cristales para la ventana —vidrios dobles, triples, con cámaras de aire o de baja emisividad—. Por otro lado, la ventilación queda en manos de los inquilinos de la vivienda mediante la renovación forzada.
Por último, las características técnicas de la construcción determinarán el nivel de estanqueidad y ventilación, así como la presencia de puentes térmicos. De hecho, en los materiales que conforman la casa pasiva estará la clave para solucionar la pérdida de calor o la aparición de humedades.
¿Qué son las casas Passivhaus?
El estándar Passivhaus es una certificación alemana creada en el año 1988 para acreditar el consumo nulo de un edificio y el cumplimiento de los requisitos técnicos para calificarse como construcción pasiva. De este modo, cuando nos referimos a las casas pasivas Passivhaus, hablamos de aquellas viviendas que no solo son más eficientes a nivel energético, sino que cumplen con los propios criterios de Passivhaus.
Cabe decir que en los últimos años es posible ampliar el sello clásico a la certificación Passivhaus plus, entregado exclusivamente aquellas casas pasivas que generan más energía de la que consumen.
Criterios para obtener una certificación Passivhaus
Además de los criterios generales de diseño bioclimático, la obtención de la certificación Passivhaus requiere del cumplimiento de ciertas exigencias técnicas.
Demanda de energía primaria
La energía primaria incluye todas las formas de consumo y gasto energético, como el de agua caliente, la refrigeración y la electricidad doméstica, entre otras. De hecho, este punto suele ser el más distintivo de la certificación Passivhaus, de modo que cumplir con este primer criterio supone no superar los 120 kWh/m2 de energía primaria al año.
Calefacción
Los meses de invierno son la época del año clave para evidenciar una hermeticidad y aislamiento adecuados, pues el consumo de energía dedicado a la calefacción no puede ser mayor a los 15 kWh/m2 al año.
Confort térmico
El interior de la vivienda pasiva o edificio no debe superar los 25ºC más de un 10% de horas al año. Este aspecto cobra mayor importancia en verano, momento en el que resulta fundamental evitar la falta de ventilación y el sobrecalentamiento de la construcción.
Hermeticidad
Como hemos mencionado previamente, tanto la hermeticidad como la ventilación mecánica con recuperación de calor, son dos valores que se complementan. Por esta razón, la ventilación no debe superar las 0,6 renovaciones por hora a presión de 50 Pa.
Refrigeración
Durante los meses de verano, la refrigeración resulta clave para mantener un alto nivel de confort. Debido a que uno de los criterios de las casas pasivas Passivhaus es no superar los 15 kWh/m2 al año de energía destinada a la refrigeración, la ventilación y protección solar para evitar el sobrecalentamiento de la construcción resulta esencial en la estrategia.
Diferencias entre las casas Passivhaus y una casa pasiva
Una vez aclaradas las nociones de vivienda pasiva y casas Passivhaus, encontrar la diferencia entre ambas es más sencillo. Y es que en tanto una casa pasiva puede no estar certificada y ofrecer las facilidades del diseño bioclimático, las casas pasivas Passivhaus no solo se caracterizan por ser una construcción eficiente y sostenible, sino que cuentan con el sello Passivhaus, pues cumplen con los estrictos requisitos para obtener la certificación.
Ventajas de las casas pasivas
Si bien los beneficios de invertir en una residencia con estas prestaciones son numerosos, te mostramos los más atractivos.
Reducción de las emisiones de carbono
Gracias al aislamiento de las casas pasivas y a la ausencia de calefacción y aire acondicionado, las emisiones de CO2 de estas edificaciones se reducen de forma considerable.
Independencia eléctrica
Tanto el hermetismo de estas viviendas como el control de la renovación de aire, favorece una temperatura óptima y constante en el interior. Además, a menudo las viviendas pasivas apuestan por la energía solar.
Mejor calidad del aire
Los dolores de cabeza y las alergias son algunos de los efectos de una mala calidad del aire. Como hemos visto, la ventilación mecánica con recuperación de calor promueve una buena calidad del aire en el hogar.
Mayor comodidad
Los olores desagradables y los sonidos externos no penetran en las viviendas pasivas debido a un excelente aislamiento. Así mismo, la temperatura siempre es equilibrada, de modo que el usuario puede disfrutar de mayor tranquilidad y descanso.
Rentabilidad
Una de las mayores ventajas de invertir en una casa pasiva es su rentabilidad y revalorización. Por una parte, los materiales que se emplean en su construcción aseguran una amortización rápida; por otra, la calidad de los mismos, así como la eficiencia de la residencia y una posible certificación Passivhaus incrementan su valor en el mercado inmobiliario.
Menor consumo de energía
La incorporación de energías renovables, los elementos aislantes y la prestación de los materiales —como los cristales de las ventanas—, hacen de las casas pasivas Passivhaus una alternativa rentable a medio y largo plazo.
Posibles beneficios fiscales
Algunos países ofrecen beneficios fiscales —como una hipoteca más asequible— a aquellas personas que apuestan por adquirir una casa pasiva.
¿Merece la pena apostar por este modelo de vivienda?
Si bien tanto las casas Pavihauss como las edificaciones pasivas suponen un desembolso inicial mayor, conviene tener en cuenta el retorno de la inversión.
- Amortización: Una casa pasiva puede llegar a gastar hasta un 90% menos que una vivienda tradicional. De modo que si se estima que un hogar de 120m² invierte 1.500 € anuales en calefacción, el equivalente de una vivienda pasiva será alrededor de 150 € al año. Es más, en 15 años puede obtenerse un ahorro de hasta 60.000 € tan solo en el suministro eléctrico.
- Revalorización: Los inmuebles con certificado Passivhaus aumentan su valor en el mercado hasta en un 20%.
- Gastos: Reducir el gasto de energía en una vivienda tradicional no es una tarea sencilla, pues estas edificaciones no están construidas a base de materiales específicos para reducir el consumo. Sin embargo, una casa pasiva protege al propietario de las oscilaciones del precio de la energía debido a que los costes energéticos pueden reducirse al mínimo.
Si bien las casas pasivas deben cumplir con determinados y rigurosos criterios, especialmente si nos referimos a casas Passivhaus, estos principios aseguran a los propietarios que esta clase de construcciones no solo aporten beneficios al medioambiente, sino también mayor rentabilidad y confort a sus inquilinos. Una apuesta segura, ¿no crees?